Desde que Facebook se popularizó la mayoría de nosotros nos creamos una cuenta. Entusiasmados ante la posibilidad de contactar con aquel vecino con el que intercambiamos tres palabras hace 10 años, nos pusimos a buscar a todo aquel que se nos ocurriese. Comenzamos a agregar “amigos” a diestra y siniestra emocionados por poder finalmente entrar en contacto nuevamente con aquellos con los cuales lo habíamos perdido.
Vale, eso fue al principio. No obstante, tras agregar a esta millonada de personas descubrimos que con la mayoría la cosa no prospero más allá de una pequeña conversación inicial para decir; “¿Qué tal has estado tras tanto tiempo?”.
De repente nuestra cuenta estaba conformada por decenas de personas denominadas “amigos”. Personas que realmente no consideramos nuestros amigos salvo por quizás un 10% del total.
Luego nuestra tía, nuestro primo, nuestra madre y nuestra abuela se crearon una cuenta de Facebook y claro, querían estar en contacto con nosotros. Accedimos a ello y con ello ya debíamos censurar ligeramente nuestras publicaciones para no lidiar con una navidad incómoda.
No tardaron en llegar los compañeros de trabajo que también nos piden acceso a nuestra cuenta de Facebook y por no ser descorteses les agregamos. Sí, al principio parecía una idea buena.
Avanzamos hacia mediados del 2011 y nos encontramos con una cuenta con varias decenas de personas. Amigos, familiares, conocidos, compañeros de trabajo y completos desconocidos conforman parte de nuestros “amigos” y la censura ya es tal sobre nuestras propias publicaciones que ya no es una red social libre que nos permite expresarnos con total libertad. No, se ha convertido en un sitio en el cual hacemos comentarios, casuales, publicamos fotos no muy vergonzosas y contactamos a nuestros desconocidos.
Nuestros verdaderos amigos se encuentran en el MSN. Allí ellos saben que a menudo nos conectamos como no conectados y hablamos libremente. Ahora Facebook se ha transformado en un sitio horrible donde todo el mundo tiene acceso a todo. Tú ex te ve, tu le ves, tu madre te comenta un post y tu jefe vigila tu conducta para saber si puede permitirte ascender en el trabajo o no. Sí, en eso se ha convertido facebook.
De a poco hace unos meses comenzamos a realizar el incómodo proceso de ir eliminando contactos para limpiar de algún modo nuestra cuenta, lo que yo llamo “la depuración de facebook”.
Comenzamos con aquellos con los cuales no hablamos nunca hasta aquellos que agregamos por cordialidad. Pero aún así, aunque nuestra cuenta estaba limpiada de extraños no podemos eliminar a nuestra tía lejana, ni a nuestros compañeros de trabajo, ni a nuestro jefe. Estamos atrapados en una red social que no podemos usar con libertad.
Y entonces llegó Google +…
Una idea sencilla y al grano: círculos sociales. Porque en la vida no todos somos amigos. Unos son conocidos, otros amigos del alma, otros amigos de cañas, otros compañeros de trabajo y otros son familiares. No queremos compartir lo mismo con todos.
Ahora, nos encontramos incitando a nuestros amigos a que se hagan una cuenta en Google Plus, deseando por fin ser libre de la censura autoimpuesta que supone llamar a todos; tus “amigos”. Comenzamos a enviar invitaciones y por fin somos libres.
La verdadera depuración de facebook ha llegado, pero no se lleva a cabo en Facebook, se lleva a cabo en Google Plus.
Comparte este post con tus amigos si quieres convencerles de que se pasen a Google Plus y sean libres de expresarse.